sábado, 9 de septiembre de 2017

Campus Stellae

Ser peregrino es en cierto modo ser humano.  
Nuestra condición de itinerantes define nuestra vida, que es, permítanse la metáfora, una peregrinación constante en el transcurso de nuestro tiempo, entre el nacimiento y la muerte.
El camino y el "homo viator" son dos caras fundidas en la misma moneda. 

La salvación purificadora, lo que anhelamos, es una condición personal que, según la visión cristiana del mundo, debemos conquistar a través del camino, a través de la expiación de los pecados, a través de un transito que redime. La peregrinación entonces, entendida como la manera más adecuada de vivir nuestro viaje, era/es la tendencia hacia la plenitud de la purificación. Martirizar el cuerpo era/es redimir(se), expiar el pecado y la culpa para seguir hacia un nuevo camino. La experiencia de ser extranjero en tierras ignotas era/es caminar con las verdades de la experiencia vital. 

Hoy en día estos valores han sido sustituidos por una moral cívica casi ausente, por una civilización del consumo, por la de la información y de las comunicaciones que explican, al menos en parte, la sensación de vacío y decadencia que vivimos, el desasosiego y la incertidumbre del hombre actual. 
Todo este conjunto de factores, pueden hasta cierto punto justificar la necesidad imperiosa del hombre de retirarse parcialmente del mundo, entrando en comunión con la naturaleza, e intentar vivir de nuevo el valor de lo sagrado, aspectos todos ellos que encarna el Camino de Santiago.
Aunque no es la motivación religiosa la única que mueve al peregrino de nuestros días. Hay caminantes por afán de aventura, curiosidad, divertimento. 
En cualquier caso el objetivo es caminar...

sábado, 2 de septiembre de 2017

Muxía

Muxía



Al recorrer Costa da Morte te sorprendes contemplando la expresión de la vulnerabilidad humana sucinta en cada violento golpe de mar contra las rocas. La fuerza de la Madre naturaleza evidencia la fragilidad de nuestra condición de seres necesitadxs de mimo, dulzura y compasión. Aspectos que sí nos brindan las playas de Muxía, a pesar de sus aguas frías, sus cíclicas mareas tranformadoras de paisajes y sus traicioneras corrientes.
Observar y conocer el medio en el que nos movemos aqui se vuelve imprescindible para sobrevivir. De repente la falsa sensación de control que puede habernos confundido y adormecido la atención en las grandes ciudades, desaparece aqui, obligándonos a recuperar un estado de alerta consciente que nos conecta con aspectos tan básicos como la mera supervivencia. Quizá por eso aqui la gente cuando te mira sientes que te ve el alma. Quizá por eso esta tierra está llena de mitos, leyendas y seres mágicos en sus relatos. La vida se convierte en un milagro, en un regalo y en un honor cuando cada dia al despertarte, el paisaje que te rodea te recuerda que a un paso, a un instante de desatención o inconsciencia, te espera, impertérrita y extrañamente sosegada, la muerte.

Límites son,
aquellos lugares en los que
sin dejar de ser yo,
sin dejar de respirar profundo
ni perder(me).
Me protegen dentro del
abrazo de ser yo misma.
Y al mismo tiempo.
Me sacuden
fuera del ahogo
del miedo a vivir(me).

Igual que el mar,
que mece sus olas
que tiene sus mareas,
y sus peleas.
Que esculpe las rocas
deshace las piedras,
y juega con las estrellas.

La vida
es aquel espacio
mecido por el fluir
del permanente vaivén
y comprendido
en el silencio
que vive
entre cada uno
de sus latidos.